La soledad del empresario: un hecho o una opción?
9 de febrero de 2018¿En qué se parecen las start ups y las micropymes?
27 de febrero de 2018Micropyme y start up: dos tipologías de empresa que, a primera vista, parecen muy distantes pero ¿realmente lo son tanto?
En primer lugar, las definiremos:
El concepto de micropyme hace referencia a las empresas más pequeñas del mercado. Pueden ser desde los negocios formados por un autónomo hasta aquellos que tienen como máximo 9 personas contratadas. Su facturación es de máximo 2 millones de euros.
Las start ups son empresas caracterizadas por un elevado nivel de innovación y una capacidad de escalar el modelo de negocio, lo que les da la posibilidad de un alto potencial de crecimiento. Estas características las hacen empresas de riesgo elevado pero también de rendimientos muy superiores a la media del mercado.
A la vista de estas definiciones, parecen tipos de negocio incluso antagónicos. Analicemos, primero, las diferencias.
La primera es el equipo. Hay un dicho que dice,
Si quieres ir rápido, ve solo; pero si quieres llegar lejos, ve acompañado.
Pues bien, las start ups se caracterizan por tener un equipo promotor. Es importante que este equipo tenga experiencia en el sector y que sea complementario en conocimientos y habilidades. En el caso de las micropymes, es habitual que el promotor / a sea una persona individual.
La segunda es la mentalidad. En el caso de las start ups, la mentalidad es de tipo empresarial. Se es consciente de que se crea un proyecto empresarial, y de la necesidad de gestionarlo como tal. En el caso de la micropyme, la mentalidad es más de trabajo: crear un proyecto empresarial como instrumento para desarrollar una profesión o tener un empleo. Esto no quita que se base en una oportunidad de negocio, sino que afecta en la forma en que se gestiona el negocio.
Esta mentalidad tiene sus implicaciones en la vocación de empresa: crecimiento y start up son dos conceptos vinculados, crecimiento orientado a la obtención de rendimientos elevados. En cambio, la micropyme puede tener un crecimiento limitado ligado a las necesidades de su promotor y a la expectativa que tenga sobre su negocio. En este segundo caso, por ejemplo, si la expectativa es de auto-empleo, el crecimiento será muy limitado y orientado a obtener un sueldo y no crear estructura. En cambio, si la expectativa es más de tipo organizativo, el crecimiento será mayor y orientado a crear estructura y obtener beneficios.
Relacionado con este último punto, otra gran diferencia es la escalabilidad del negocio. La podemos definir como la capacidad de incrementar los ingresos con un incremento mínimo de la estructura y del gasto fijo de la empresa. Cuando un equipo crea una start up, este concepto ya implícito en el modelo de negocio. En cambio, las micropymes no lo incorporan. En este caso, las diferentes etapas de crecimiento tienen lo que llamamos techos de cristal, es decir, aquellos puntos crecer por encima de los cuales implica incrementar los recursos de estructura. En muchas ocasiones se reduce este impacto con la mejora de procesos o bien con cambios en el modelo de negocio.
El uso de los recursos supone también una diferencia importante. Habitualmente, las start ups necesitan una cantidad ingente de recursos (know how, humanos, económicos). Muchas veces ya en el desarrollo de su producto y, habitualmente, en la etapa de crecimiento, especialmente en marketing y en estructura. En cambio, las micropymes realizan un uso mucho más limitado de los recursos, los cuales son habitualmente de know how, tiempo y económicos.
Vinculado a la intensidad de los recursos necesarios, las start ups suelen tener una predisposición a la entrada de socios externos al equipo promotor para que puedan aportar contactos, financiación, know how. Por parte de la micropyme, esta opción habitualmente no se plantea. Incluso esta inversión no se percibe como atractiva por parte de socios capitalistas. En general, los recursos están circunscritos a la propia capacidad de su promotor.
Finalmente, podemos hablar de la predisposición por parte de los socios promotores a vender la empresa. En el caso del las start ups y, en la medida en que el equipo promotor esté dispuesto a aceptar nuevos socios, dicha predisposición debe existir, ya que los mismos pactos de socios suelen contemplar esta posibilidad. Cuando hablamos de micropyme, esta posibilidad no se plantea como opción de futuro. Este hecho no quita que, si pides a la persona que la ha creado el negocio si lo vendería, seguramente te dirá aquello de «¡si me lo pagan bien!»
A la vista de estas diferencias podemos decir que la filosofía y el planteamiento que hay detrás de una start up es claramente diferenciado del que tiene una micropyme.
La próxima semana veremos en qué se parecen. Mientras tanto, ¿vosotros qué pensáis? ¿Son tan distintas las micropymes y las start ups?
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