¿Cómo reducir los gastos de estructura de tu empresa?
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9 de mayo de 2018Mis hijas han crecido al mismo tiempo que he desarrollado mi empresa. Ahora ellas tienen 19 y 17 años y la consultoría 10. A estas alturas, me vienen a la cabeza algunas reflexiones sobre la experiencia como madre emprendedora que me gustaría compartir con vosotros.
El punto de partida
Siempre había querido trabajar por mi cuenta. Cuando la empresa en la que estaba cerró, pensé que era la oportunidad de llevarlo a cabo.
Quería dar salida a esta inquietud interna que ya hacía tiempo que arrastraba. Quería desarrollar una actividad que me gustara. No me veía trabajando para un tercero y, aún menos, marchando de casa a las 8h de la mañana y volviendo a las 20h de la tarde. Quería disponer de mi tiempo, combinarlo según necesitara, tanto para el trabajo como para la familia. Os diré que, incluso, quería trabajar sólo jornadas de 6 horas para estar más tiempo con mis hijas.
Quería ejercer plenamente de madre y de emprendedora.
Algunos resultados
Ya os adelanto que no he conseguido nunca tener jornadas de 6 horas. Pero sí he tenido mucha flexibilidad: cuando el trabajo lo requería, intensidad de horas en la actividad profesional; pero cuando mis hijas me necesitaban, el tiempo lo volcaba en ellas. De hecho, al principio buscaba una regularidad para tener un equilibrio entre trabajo y familia. Pero no la conseguía. Al final, llegó un momento en que pensé que compaginar la vida familiar y la profesional era una búsqueda constante del equilibrio entre ambos tiempos. Y de este modo, con este cambio de perspectiva, me centré en estar donde consideraba que debía estar en cada momento, en lugar de buscar la regularidad.
La función de madre varía a medida que los hijos se hacen mayores: siempre hay que estar, pero de manera diferente. Y eso, creo que lo he aprendido y lo desarrollado. No se trata de estar siempre con los hijos. Se trata, a veces, de escuchar, a veces, de hablar, a veces, de animar y, siempre, de acompañar.
Madre emprendedora y familia
Muchos son los valores que he aprendido como emprendedora: buscar lo que te ilusiona, ser constante y, el más importante, no desanimarte cuando los resultados no son los esperados.
Y son estos valores los que también he transmitido como madre. No lo digo en el sentido de que mis hijas tengan que ser emprendedoras. Me explico. Desde pequeñas siempre las he animado a probar cosas diferentes y a valorar qué les gustaba y qué no, a esforzarse cuando decidían hacer algo, a seguir intentándolo si no les salía a la primera… Y veo que lo han ido poniendo en práctica. De hecho, a medida que se han hecho mayores, pienso que esto las ha ayudado a escoger estudios que las motivan y a tener buenos resultados.
Cabe decir que no lo hubiera podido hacer sola. El apoyo de mi entorno familiar, empezando por mi pareja, ha sido clave en que sea madre emprendedora y en como veo hoy a mis hijas.
Y también os diré que ahora ellas también forman parte de dicho entorno. De hecho, muchas veces me animan cuando las cosas no salen como espero. Me dicen «¡Vamos, mamá, que tú puedes!»
La experiencia de otras madres emprendedoras
Cuando leo artículos sobre maternidad y emprendeduría me doy cuenta que, sin saberlo, de manera intuitiva, he seguido los consejos que dan.
Por ejemplo, en 6 consejos de vida para madres emprendedoras, Kristy Rampton da unos consejos para conseguir conciliar ser madre y emprendedora: ser apasionada con lo que haces, luchar por tus objetivos, separar familia y trabajo (ya os he comentado que, en este punto, yo he conseguido un equilibrio, no separarlos), vivir tu sueño, pedir ayuda (que te ayuden facilita mucho las cosas) y dedicarte tiempo.
En definitiva, a continuar trabajando para hacer crecer la empresa, y estando cerca de mis hijas que, a pesar de que me necesitan de manera diferente a medida que se hacen mayores, igualmente me necesitan. ¡Y yo a ellas!
¿Y tú? ¿Cuál es tu experiencia como madre emprendedora? ¿La quieres compartir conmigo? Me gustaría mucho conocerla.